miércoles, 11 de septiembre de 2019

Líneas de una madrugada

A veces hay una voz detrás de mi voz. Me apoyo en las palabras ajenas,
altas y fuertes como columnas,
para anclar las mías -apenas palitos de madera-
para decir «vida», «amor», «noche»
y creer que con ello explico algo,
aunque sea sólo para mí
A veces hay un corazón detrás de mi voz.
Un latido, las más de las veces propio,
empuja los sonidos, me asfixia, presiona mi garganta
hasta arrancar un grito, un susurro al menos.
Digo «rabia», «pasión», «herida»
y entonces mi alma se desanuda
y es un poco más liviana.
A veces, casi todas, sólo tengo mi voz desnuda.

Una mano invisible me invita a levantar la vista
para contemplar la cúpula de la iglesia,
el pasto lleno de rocío,
el pequeño milagro en la luz y la sombra,
el tiempo acumulado en los muros...
y tengo que hablar.