jueves, 31 de octubre de 2013

La casa embrujada

Para las alas de mi avión, gracias por darme motivos para seguir soñando.


Hacía unos 6 meses que los Tejeda habían dejado su casa, así sin más, de un día para otro. Al principio nadie lo había notado, los Tejeda no eran la familia más sociable de la calle, algunos vecinos creían incluso que se habían ido de vacaciones, pero con el correr de los días y la ausencia de movimiento en la casa despertaron los rumores: que si habían tenido un accidente, que si eran del crimen organizado y estaban prófugos, que si debían dinero... En fin, lo único cierto es que no se les vio más.

-Dicen que la casa está embrujada, que la última noche que pasaron ahí, fue tan horrible que decidieron abandonar la casa- comenzó a decir Luis de la nada.
-¿Qué?- Le preguntó Evelyn
-Eso, que la casa está embrujada y por eso se fueron los Tejeda.
-Ay, claro que no! Eres un tarado, como se te ocurre- Evelyn le tiró la gorra de un manotazo- A mi se me hace que ya estás grandecito para andarte creyendo esos cuentos, ¿O no, hermano?
-Es lo que dicen- respondió Luis y miró con recelo a su hermana mientras se acomodaba la gorra.
-Pues yo no creo en espantos, ya supéralo hermanito.
-Dicen que El Gorila entró a la casa...
-¿Y? El Gorila siempre se mete donde no debe, ¿Te acuerdas cuando terminó en el hospital por tratar de entrar a una fábrica abandonada? ¿Cuántas puntadas fueron?
-Ese no es el punto, hermanita, dicen que él también salió corriendo de ahí, que alcanzó a tomar la foto de ese algo que lo asustó.
-Sólo sea una foto de su propia jeta, dudo que haya visto algo de que asustarse.
-No te burles, él no quiso volver a la casa, ni siquiera con sus amigos, dijo que nadie debe intentar entrar ahí de nuevo.
-No estarás pensando...
-Eso justamente hermanita, pero quiero que me acompañes.
-¿Y como por qué vamos a ir a donde ni siquiera El Gorila quiere volver? El sabe mucho más que tú y que yo juntos de todo esto de meterse a lugares abandonados...y aún así la ha pasado mal en varias ocasiones. La verdad no entiendo que ganan metiéndose a esos lugares llenos de mugre y ratas.
-Nada, hermana, no se gana nada. Sólo se satisface la curiosidad. Qué nunca te has puesto a fantasear con colarte en algún lugar abandonado, mirar lo que dejaron y cómo lo dejaron, imaginar los últimos instantes en que la casa estuvo habitada, lo que se decía... Vamos, que sea la primera y, si tú quieres, la última vez que hagamos algo así.

Luis interpretó el silencio de su hermana al darse la vuelta para ir a la cocina, era claramente un "Vete al diablo"

Pasaron dos días, antes de que Luis le hiciera mención del asunto a Evelyn.

-¿Estás ocupada?
-¿Por?
-Voy a ir hoy, así que piénsalo bien, recuerda que es más fácil arrepentirse de lo que no se hace que de lo que se hace. Conseguí una cámara, no muy buena, pero es lo mejor que pude conseguir. Voy a ir hoy, si no vas, recuerda: ni una palabra a mamá, ¿Oíste?
-Déjalo ya, creí que ya lo habías olvidado, ¿Por qué tanta insistencia?
-Hace un par de noches, Beto, ¿Sí te acuerdas de Beto, verdad?
-Sí, tu amigo de la primaria...
-Bueno, Beto vive a dos cuadras de ahí, dice que regresaba del billar, que eran como las 10 y escuchó ruido dentro de la casa, como si alguien llorara.
-¿Y si Beto estaba borracho?
-Si Beto prueba una sola gota de alcohol y en su casa se llegan a dar cuenta en la vida lo vuelven a dejar salir, pongámoslo así: al menos La Cenicienta podía quedarse hasta las doce en la fiesta. Los papás de Beto son sobre protectores, mochos y así. Así que si Beto quiere probar aunque sea un poquito la noche, se tiene que portar bien. Así que no, dudo que estuviera borracho.
-Seguro algún indigente ya se metió ahí, y ese sí estaba borracho.
-Ay hermanita, en fin. Piénsalo, pero si no vas, advertida estás.

Llegó la noche, particularmente fría, el viento arrastraba el lamento de las ramas desnudas. Cerca de las once de la noche y la gente empezaba a refugiarse en la calidez de sus hogares. A lo lejos se escuchaba el rumor de música de alguna fiesta.

-No sé por qué tengo que ir.
-Te dije que lo pensaras, no que era a fuerza.
-¿Y que le iba a decir a mamá? ¿Que había dejado que te fueras a una casa abandonada? ¿Puedes imaginar como se iba a poner?
-Pudiste mentir.
-Soy mala con las mentiras, lo mejor que pude hacer es decirle que vamos a una fiesta, así que hagamos esto antes de que me arrepienta.

Tardaron cerca de 15 minutos en llegar a la casa. La facha era de lo más normal, los cristales estaban intactos, cosa que no esperaría uno encontrar en un sitio abandonado.

-Ya estamos aquí, yo veo todo muy normal, no hay ruidos, ni siluetas en las ventanas, ni nada, ni siquiera una forma fácil para entrar.-Dijo contemplando la fachada de la casa- Mira, yo creo que va a ser mejor que nos vayamos. ¿Luis? ¿Luis?- Por un momento lo había perdido de vista, sintió miedo.
-¿No me digas que ya te dio miedo, hermanita?- Dijo Luis desde arriba de un árbol, por el cual intentaba llegar a una ventana.
-¡Claro que no! Ya te dije que no creo en espantos, pero creo que es mala idea tratar de entrar...
-Cállate y sube, te ayudo.
Evelyn hizo un gesto de resignación y comenzó trepar el árbol. Las manos de su hermano alcanzaron su brazo y la ayudaron a terminar de subir.
-¿Si llegamos hasta la ventana? ¿Y si no está abierta?
-¡Shh! ¿Por dónde crees que entró El Gorila? Ya me había encargado de investigar antes de llegar aquí. Así que no te preocupes, está abierta.

Con mucho cuidado se acercaron a la ventana, entró primero Luis y ayudó a Evelyn a entrar, era la recámara de la hija de los Tejeda, una chica como de la edad de Evelyn, a la que nunca le hablaron.

-Pero... si están prácticamente todas sus cosas, ¿Qué crees que haya pasado?
-¡Y yo qué sé!- Contestó Evelyn- aunque, si no piensan regresar, supongo que a nadie le importará que tome esto- Dijo tomando unos lentes para el sol, que estaban sobre el buró.
-No se te ocurra, de eso no se trata esto. ¿Ok, hermanita?- Dijo tomando con fuerza la muñeca de Evelyn.
-Está bien, no te pongas así, no es para tanto. ¿Y ahora qué hacemos?
-No sé, explorar, supongo.
-Pues la casa no es tan grande.
-Presta oído, si escuchas o vez algo, me avisas.
-Eso tenlo por seguro.

Salieron de la recámara a una especie de sala, el espacio era muy amplio, había una puerta al fondo que daba hacia un baño, otras dos puertas una de la recámara de los Tejada, otra de un cuarto casi vacío.

-Vamos abajo.
-¡No! Mejor ya vámonos- Dijo Evelyn- Se va ha hacer más tarde, de verdad, ya vámonos.
-¿Tienes miedo, hermana?- Le preguntó Luis con una sonrisa burlona.
-La verdad... sí, un poco
-Vamos, no hay nada que temer.

Bajaron con mucho cuidado la escalera, en seguida estaba la sala, todo estaba ahí, parecía que de un momento a otro volverían los Tejeda.

-¡Shh! ¿Escuchaste eso?
-No juegues así, yo no escuché nada, ¿Es broma, verdad?

Luis hizo una seña a su hermana, para que guardara silencio y escuchara atentamente.

-Ya escuché, pero creo que es una rata.
-Es por allá, en la puerta que está por la sala.
-Ha de ser otro baño
-¡Vamos!
-No, ya sabes que me dan miedo las ratas. Mejor esperemos a que se vaya.
-¿Y si no es una rata?
-Entonces ya vendrá a buscarnos y... y... ya veremos que hacer en ese caso.

Luis y Evelyn se quedaron helados al escuchar algo que sonaba como una voz humana, un débil gemido de dolor. Se miraron uno al otro.

-Tú estás a cargo de esto- Dijo Luis, entregándole la cámara- Yo voy un par de metros adelante, ve tomando fotografías, si hay algo aquí quiero tener fotos.
-Sigo sin entender como es que me deje convencer de venir aquí-Dijo Evelyn, mientras encendía la cámara-¡Luis!-Llamó de pronto.
Luis giró rápidamente, alerta, hacia su hermana, quien disparó la cámara hacía él, cegándole un momento por el flash.
-Listo, ya tienes una foto.
-Qué graciosa hermanita, de verdad -Dijo Luis con amargura.
-¡Ash! No aguantas una broma!

Volvieron a escuchar ese débil lamento. Sintieron un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

-En serio, creo que viene de detrás de la puerta ese sonido.
-¿Y si los Tejeda sí están en el crimen organizado y ahí hay alguien secuestrado? ¿Te das cuenta? Nosotros no deberíamos meter las manos, es muy peligroso.
-Ya estamos aquí hermana, vamos al menos a dar un vistazo, dejemos esa puerta para el final. ¿Te late?
-Ok, sólo porque no pienso dejarte solo aquí, tengo que asegurarme que vuelvas con bien a casa- Dijo Evelyn sin convicción.

Entraron a la cocina, sorprendentemente todavía había electricidad en la casa, en el refrigerador encontraron incluso algunas latas de refresco. Vagaron por la casa sin encontrar gran cosa, todo estaba en relativo orden, no había en la casa nada que pareciera anormal, excepto el sonido que provenía de atrás de la puerta que no habían revisado...

-Bueno hermana, sólo falta revisar un lugar, tú siempre has dicho que es peor quedarse con las ganas de hacer las cosas, así que no nos vayamos sin revisar. ¿Sí?
Evelyn asintió, realmente se sentía aliviada de estar por concluir exitosamente su primer visita a una casa abandonada.

Luis abrió lentamente la puerta, ambos sentían latir su corazón muy fuerte, se escuchó ese lamento, ahora estaban seguros que era una voz de mujer. Se miraron, abrieron un poco más la puerta, Evelyn dirigió la luz de su lámpara hacia el interior: era un baño amplio.

-¡Cierra la puerta!- Dijo Evelyn exaltada- Vámonos, hay alguien ahí dentro.
-¿Y si necesita ayuda?
-¿Y si es un cadáver? No debimos venir.
-Pero ya estamos aquí, mira Evelyn, si es un cadáver no pasa nada, no podemos hacer nada por él o ella, pero tampoco le contará a nadie que estuvimos aquí.
-Sigo sin saber cómo es que me dejo convencer, pero creo que hasta cierto punto tienes razón.

Volvieron a la puerta, la abrieron con cuidado. Ahí estaba, tirada en el suelo, atada y amordazada la hija de los Tejada, la luz de las lámparas parecía lastimar sus ojos.

-¿Está bien?
-Es obvio que no está bien, Luis. ¿Y, qué hacemos?
-Trae algo del refri, lo que encuentres, debe tener hambre. Yo voy a desatarla.
-¿Seguro?
-Date prisa.

Evelyn salió del cuarto, llegó hasta el refrigerador y lo abrió. Estaba mirando qué podria servir todavía cuando escuchó los gritos de su hermano.

-¿Qué pasa? ¿Luis?- Grito aterrada mientras se acercaba al baño.

Había tirado su lámpara y no la encontraba, al estar cerca de la puerta del baño usó la cámara para iluminarse con el flash. Lo que vio fue horrible, aquella cosa, la hija de los Tejeda, no se comportaba como una persona, parecía más bien un animal rabioso, hambriento, Evelyn miró cómo eso desprendía trozos enteros de carne del cuerpo de su hermano. Efectivamente, estaba hambrienta. El monstruo clavó entonces su mirada en ella, Evelyn comprendió que había sido mala idea ir, pero también supo que era la primera y última vez que se metía en una casa abandonada.

viernes, 2 de agosto de 2013

Justita

Ella gime, él la escucha. Ella busca la mirada de él, él la evita. Ella llora, él cierra los ojos.
-De verdad, lo siento, de verdad. Yo nunca...- Pero no puede terminar la frase, la voz se le quiebra mientras él, atado a una silla, sólo puede verla sufrir- Miriam, por favor, perdóname... yo no sabía que esto iba a pasar... jamás habría permitido que nada ni nadie te hiciera daño... ¡Perdón, perdón!- Román rompió en llanto.
Una figura pequeña y frágil se acercó a ella.
-Verás mi niño, yo siempre voy a cuidar de ti, aunque eso signifique quitar de tu camino a personas como ella, que fingen estar interesadas en ti y que a la larga sólo terminarán por lastimarte.
-¿Por qué? Justita ¿Por qué? Ella me ama, ¿No lo ves? ¡Déjala, no la lastimes!
-Mi niño, esto es por tu bien- Dijo Justa al tiempo que desgarraba la ropa de la joven con unas tijeras.
-La ropa no hace a la gente, ¿te acuerdas de mi Fermin? Aún cuando usaba sus trapos tan humildes todo mundo se le cuadraba, como si fuera el mismísimo patrón del rancho. Y esta muchachita, ¡Mírala!- Dijo levantando la cara del joven bruscamente.
Román vio el cuerpo desnudo de Miriam, lleno de arañazos por la tijera.
-¡Mirala! ¿Ves esos pechos tan tiernos? ¿Ves esa piel tan suave? ¡Vestida como una muñequita! Que no te engañe lo que ves, así como la ves de inocente esta se ha revolcado con varios.
-¡Pero Justita! ¿Qué estás diciendo?
-Lo que oyes mi niño, ésta ya no es una mujer digna y mucho menos para ti, mi niño.
La mira, la estudia esta vez.
-¿Es cierto eso que dice Justita?- Le pregunta, más no espera respuesta, aún así ella mueve la cabeza, asiente tímidamente- Eso no importa, lo oyes Justita ¡No importa!
-No sabes lo que dices niño Román, esta mujercita necesita limpiar su alma y su cuerpo y ni con eso volverá a ser pura- Dijo Justa, al tiempo levanta una olla con agua hirviendo- Lo que ella necesita es probar el infierno, para corregirse, para retomar el buen camino.
-¡No, Justa, no! ¡No la lastimes!- Grita Román mientras Miriam se retuerce de dolor, con la boca amordazada, no puede gritar, sus ojos se desorbitan al sentir cómo cae sobre su cuerpo el agua, cómo quema. Miriam se quiere morir, no puede pensar que esto sea real.
-Déjala ya... Justita, por favor... ¡No la hagas sufrir más!- Román está en sorprendido, pues aquella mujer que siempre ha sido tan dulce como una madre hoy muestra una cara que él desconocía.
-Román no sabes lo que dices, mujeres como ésta sobran, tú mereces más- Dice Justa besando la mejilla del joven -Una es vieja, sabes lo que dicen, más sabe el diablo por viejo.
-Esto que haces no es correcto, soy yo quien decide con quien estar, esta decisión no te corresponde, ¡Déjanos ir ya!- Implora Román entre lágrimas.
-Eso no será posible... En todo caso te irás tú, pero ésta sólo saldrá con los pies por delante, por decirlo de algún modo- La vieja suelta una risita  amarga - En todo caso, si sale viva, ya no será más una tentación en este mundo, la castidad será su único camino, su único refugio.- La anciana se retira un momento, Román mira a Miriam, su rostro muestra sufrimiento, tiene la frente perlada en sudor, sus ojos reflejan temor.
El muchacho mira las muñecas de la joven, en las que después de largo rato de estar atadas y soportando el peso del cuerpo, la marca que hace la cuerda es cada vez más notoria, las manos pálidas, apenas puede mover los dedos.
Se escuchan los pasos de la anciana, se para a espaldas de la joven, pronto un silbido corta el aire, la joven abre los ojos en una clara señal de dolor, Justa la azota repetidamente, por todo el cuerpo, espalda, brazos, en la cara... Román mira cómo un hilillo de sangre comienza a dibujarse en el torso de ella. Lentamente, la sangre se acumula y forma una gota que, como una caricia, recorre la suave piel de Miriam, hasta llegar a su pie y cae al piso. 
-Déjala, Justita, déjala. Haz de mí lo que quieras, pero ya déjala...
-No, niño, no has entendido, que lo que quiero es hacer de ti un hombre distinguido y hacer que entiendas que tan buena debe ser la mujer que elijas como lo eres tú. Sabes muy bien que mi Fermin y yo no tuvimos la dicha de ser padres, pero por algo Dios hace las cosas, mira que ponerte en nuestro camino... ¡Yo te crié Román! Soy como una madre para ti y deberías de agradecer que busco tu bienestar, tu felicidad. No me gusta verte así... - La voz de la anciana tenía un dejo de poco más que hipocresía - Voy a terminar con esto de la forma más rápida posible, sólo por ti, para ya no verte sufrir así. Aunque ésta no valga la pena.
Justa se acerca a la desvencijada mesa que hay al fondo de la habitación, toma un cuchillo y se aproxima a Miriam, le susurra al oído- Muere, que con tu muerte libras al mundo de una mancha de pecado.
La joven escucha las palabras y siente cómo en su cuerpo se hunde el frío metal, una y otra y otra vez. El dolor es insoportable. Todo comienza a desvanecerse, es como dormir, como despertar, sentir frío y calor y de pronto: nada. Román contempla absorto la escena, mira fijamente cómo el cuerpo de Miriam se sacude, intentando aferrarse a la vida que se escapa, mira cómo la sangre cae y viste el cuerpo desnudo de la joven. Mira cómo Miriam exhala su último aliento.
Baja la cabeza, cierra los ojos y nace del fondo de su garganta ese sonido que no es llanto, no es sollozo. Román comienza a reír de tal forma que raya en la histeria.
-Has sido muy valiente hoy, mi niño- Dice la anciana que se acerca lentamente y libera a Roman de las ataduras.
-Sabes que haría cualquier cosa por tí, Justita- Acerca su cara a la cara de la anciana, toca con sus labios aquella boca reseca salpicada con la sangre de Miriam, la besa apasionadamente.
Al abrir los ojos la anciana no lo es más, su piel ha vuelto a ser tersa, sus ojos brillantes, no es más ese cuerpo encorvado y frágil.
-Esto será suficiente por otro año más- Dice ella- Ahora hay que encargarnos de esto, suerte para los perros, hoy tendrán que comer- Lanza una sonrisa cómplice a Román quien toma un machete, baja el cuerpo de Miriam y comienza a descuartizarlo.

viernes, 19 de julio de 2013

Sigo viva, por cierto.

Estado del blog: Un borrador del 26 de marzo, uno del 28 de mayo... Algo se apaga, no sé. Si no puedes contra ellos úneteles, dicen, pero me resisto. Algo en mí se niega a morir, pueden llamarme rebelde, loca, rara... me voy a aferrar, aunque duela, aunque me muera intentándolo. Quizá hoy sea un nuevo borrador, quizá esta historia nunca vea la luz, sólo sé que tengo un montón de cosas, en la cabeza, en el corazón y siento que debo ponerlas en algún sitio. ¡Carajo! Nunca pretendí que esto fuera un diario en línea, ni nada por el estilo pero me siento tan... Bueno... Hoy: 20 de julio, empiezo otro borrador, con algo de inspiración-dedicación-suerte lo publicaré. No prometo nada...

domingo, 6 de enero de 2013

Estos ojos no son míos.


Levantó la vista y dejo de reconocer en el reflejo lo que él creía ser.
Dejó de abrazar a su madre, una mano aflojó el puñal que sostenía,
corrió con las ropas manchadas,
con las manos ensangrentadas.
-¡Esos ojos no son míos!- Gritó mientras salía del lugar,
estaba ausente de su realidad, corrió.
Un auto lo golpeó al intentar cruzar la calle.
No tuvo heridas de gravedad.
Se recuperó y fue internado en un centro de salud mental. Jamás habló de lo sucedido, jamás volvió a hablar de nada, sólo repetía sin cesar "Estos ojos no son míos".