lunes, 17 de octubre de 2022

Solitaria [in]existencia.

 Hacía meses que los últimos inquilinos de la casa se habían marchado del lugar y mi presencia allí estaba de más, así que tomé mis escasas pertenencias, eché una última y nostálgica mirada, cerré la puerta y me alejé.

Por el periódico me enteré de unos estupendos departementos ideales para familias grandes. "¡Qué suerte!" Me dije, seguro habrá niños y hasta mascotas. Habían sido meses muy solitarios y sentía ansías por recuperar el tiempo perdido. Rápidamente llegué y me instalé en uno de esos departamentos. ¡Cuatro habitaciones! A un precio tan accesible que todo era cuestión de esperar a que llegara la nueva familia. No podía con la emoción: una nueva familia para poderla asustar.