domingo, 31 de diciembre de 2017

Zombies de año nuevo


-¡Anda, ven! Están por romper las piñatas -Dijo la madre de Ramón
-No, yo los espero aquí adentro, además hace frío -Respondió él
-¡Como quieras! -dijo su madre al salir, sabía que era inútil insistir

La cosa iba para largo, pensó él, después de todo ya había pasado por esa etapa. Tomó su teléfono, quería probar el juego que recién había descargado.

Poco a poco se fue animando la verbena en la calle, pues era común que entre vecinos convivieran en esas fechas.

Ramón no prestaba mucha atención a lo que sucedía afuera, quería que terminaran pronto para poder cenar, eran casi la diez de la noche y empezaba a sentir hambre. De pronto notó que el alboroto festivo tenía algo raro, poco a poco se empezaron a alzar gritos de horror, "Ya salió el primer descalabrado" dijo para sí, mientras mantenía la vista pegada al celular, sin embargo los gritos no sólo no cesaban, sino que parecían cada vez más desgarradores. Sintió el impulso de saber qué pasaba afuera, pero algo, instinto quizá, le hizo pensar que era más seguro asomarse por la azotea.

Cuando pudo contemplar lo que pasaba no daba crédito: abajo, en la calle, una horda de zombies habían acabado con su familia. Ninguno de ellos se salvó. Rápidamente examinó los alrededores y descubrió que varias casas tenían la puerta abierta, aquello daba poca esperanza de que sus moradores siguieran con vida. Se sintió desolado, de tajo había perdido a su familia. Incluso sintió algo de culpa por no haber estado con ellos. En silencio lloró hasta que el frío le caló y tuvo que bajar a la casa de nuevo.

El apocalipsis zombie, se había vuelto realidad, justo la noche del treinta y uno de diciembre, para la madrugada eran más los gruñidos que los gritos que se alcanzaban a escuchar.

Cenó ya sin hambre. No comprendía cómo es que algo así pasaba justo en ese momento. Intentó contactar a sus amigos, buscar noticias en la red, algo que le diera una pista de qué pasaba y qué tan grave era, ¿cuántos eran los lugares afectados? ¿Podría pedir ayuda? ¿Vendrían por él?
La red se había caído, eso sólo podía significar que era por mucho, peor de lo que pensaba.

Tenía que idear un plan de escape, tantos juegos, tantas películas y libros, no eran un entrenamiento, claro, pero por ahora eran su única fuente de ideas. Tan silenciosamente como pudo, apagó las luces y eligió la habitación que pensaba él era la más segura. Cuando el cansancio lo venció un único pensamiento rondaba su mente: Bien conservado, ¿Para cuántos días le alcanzaría el recalentado?