viernes, 31 de enero de 2014

Tanto silencio.

Ella lo sabe: la miro, la cuido, la acompaño tanto como puedo. Pero tiene que salir, tiene que ser fuerte, tiene que vivir sin mi. Somos una misma cosa, como una maleta con doble fondo. Es raro. Mientras ella intenta dormir, yo estoy aquí, tan cerca que alcanzo a rozar su piel con la yema de mis dedos. Fumo un cigarro mientras miro al cielo, buscando esa misma respuesta que no llega y que nunca llegará. ¿Quién ha decidido jugar de este modo con nosotros? No lo sé. Lo cierto es que yo no sería nada sin ella, sin esa pequeña parte de su energía que me dedica constantemente y al revés, ella no es nada sin mí, me lleva anclado en sus ideas, en sus sueños. Somos el yin y el yang, algo así. Nos necesitamos, nos complementamos. Es una pena que en ocasiones entre nosotros exista tanto silencio...

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