miércoles, 30 de mayo de 2018

Tentación

La encontró en la curva de la carretera, se veía muy mal y decidió orillarse.

-Hola, ¿Te puedo ayudar? ¿Estás lastimada?
-Yo… por favor señor… ayúdeme… por favor… no me siento bien.

Era claro que pasaba algo grave, pero no imaginaba qué podría ser. Ella sólo llevaba una bata de hospital encima. La ayudó a incorporarse y a entrar en el coche; vio la piel morena que parecía suave como pétalo, su mano percibió el calor bajo la precaria prenda. Una vez colocó a la chica en el asiento trasero lo más cómoda posible, subió al auto y con ayuda de su teléfono realizó la búsqueda del hospital más cercano.
No había avanzado mucho, llevaban cerca de cinco minutos en carretera cuando escuchó ruido proveniente del asiento trasero, miró por el retrovisor y se percató que la chica estaba convulsionando. Rápidamente se orilló. Al abrir la portezuela pudo ver cómo el cuerpo de la joven se agitaba violentamente, la bata se había subido y dejaba al descubierto el tierno pubis cubierto por una fina capa de vello que se adivinaba suave al tacto.
El ruido de la cabeza golpeando la otra puerta trajeron de nuevo su atención a lo que pasaba, no sabía bien cómo debía actuar, se situó a horcajadas sobre ella sin dejar caer su peso y buscó algo para hacer barrera entre la puerta y su cabeza, al no encontrar nada mejor, decidió quitarse la camisa y tratar de amortiguar los golpes. El frenético movimiento de la chica a tan pocos centímetros de su cuerpo habían hecho que éste reaccionara con una inapropiada erección. La miró a los ojos y se preguntó cuál sería el nivel de consciencia que tendría en ese momento, recordó que la mayoría de los pacientes al sufrir convulsiones pierden también la consciencia. En un arrebato posó su manos en los senos de la chica.
“Cuando todo pase no recordarás nada, ¿Qué más da?”
Sin pudor alguno comenzó a recorrer el cuerpo, miró su rostro y notó por primera vez que era bella, a pesar de la espuma que salía de su boca y peor aún, debía parecerle repugnante pero tenía una necesidad absoluta de cubrirle la cara entera de besos, se desconocía a sí mismo pero mientra más culpa buscaba en su corazón, encontraba que todo aquello más excitante. Comenzó besando casi con delicadeza la frente pero su boca furtiva quería apoderarse del labio inferior, beso a beso recorrió la cara mientras las manos ya trataban de liberar su propio cuerpo del pantalón, ya que para ese momento la ropa comenzaba a estorbarle dolorosamente. Al tiempo que su mano derecha había por fin  liberado el botón del pantalón y bajado la bragueta, su boca alcanzó la de ella, mordió sus labios hasta casi hacerlos sangrar, aventuró a explorar la húmeda cavidad con la lengua pero justo en ese momento un estertor provocó que cerrara la mandíbula y pellizcara ligeramente su lengua. aunque no sufrió un daño considerable se sintió furioso.

-¡Esto lo vas a pagar, perra! -dijo y le dio una bofetada, ella comenzaba a recobrar la consciencia.
-¿Qué está haciendo? -dijo ella al tiempo que abría los ojos como platos, intentó empujarlo pero estaba muy débil.
-Esto no se supone que debiera estar pasando -susurró él casi para sí.

Ella comenzó a gritar y él rápidamente le cubrió la boca, no sabía qué hacer, creyó que lo mejor habría sido no intentar ayudar pero era tarde para cualquier arrepentimiento. Con la mano que tenía libre sacó el cinturón de las presillas, sin pensar demasiado lo colocó a toda velocidad en el cuello de la chica y comenzó a apretar cada vez más, ella se removía intentando liberarse en vano. Aflojó el cinturón, ella todavía respiraba, jaló aire pero apenas comenzaba a recuperar su color él apretaba de nuevo. Tener el control absoluto sobre la chica hacía que se sintiera cada vez más excitado, sin pensarlo dos veces intentó penetrarla pero la falta de lubricación lo hacía desagradable; escupió su mano y se frotó el pene que para ese momento casi le dolía de tan hinchado. En el segundo intento lo consiguió, sintió el cuerpo de la joven resistirse, seguía alternando la asfixia, ella estaba rendida y forcejeaba poco, sin embargo cuando le faltaba el aire el instinto la hacía luchar, él se entregaba al violento vaivén, cuando sintió que estaba a punto de eyacular tomó con fuerza el cinturón y ya no lo volvió a aflojar, sintió cómo el cuerpo se tensaba en un último intento por sobrevivir y luego rápidamente iba perdiendo fuerzas. Los estertores de la muerte hicieron de la experiencia el mejor encuentro de su vida. Dejó de moverse, el cuerpo que yacía debajo suyo ahora se encontraba sin vida. Pensar en ello le alarmaba un poco pero también despertaba en él una nueva y poderosa pasión, comenzó a besar el cuello sintiendo el joven cuerpo todavía caliente y relajado. Tuvo sexo con el cadáver, sin embargo la falta de resistencia, el acceso sin restricciones a cada parte de su anatomía hacía que perdiera el encanto, cuando eyaculó, se apartó de su lado pensando qué haría con el bulto en que se había convertido aquella mujer. Supuso que no habría mayor problema en dejarla ahí, a un lado de la carretera entre los árboles, con suerte tardarían mucho en encontrarla.

-Me gustan un poco más vivas -dijo burlonamente y luego escupió el cuerpo.

No hay comentarios: