viernes, 30 de marzo de 2018

Gente peligrosa

Gracias a toda la gente peligrosa que ha entrado en mi vida;
a los que se quedan y a los que se van, no sin antes dejarme
una enseñanza. Este texto breve es un agradecimiento
y muestra de toda la admiración que siento por ustedes.


Queridos papá y mamá:


He pensado poco la forma de decirles esto y pienso que es posible que me falte algo de tacto. No quisiera preocuparles, pero he comenzado a juntarme con gente peligrosa con regularidad y si no los veo, les escribo; y si no les escribo, los leo; ya de menos, los sueño.


Estoy reuniéndome a menudo con traficantes que por debajo de la mesa me procuran una buena dosis de poesía, que hacen que me eleve con una pieza musical, que me invitan a inhalar la vida hasta el exceso. Gente peligrosa, ya les digo, porque andan por ahí con el alma cargada, como si cualquier cosa.


Queridos papá y mamá, esa gente me ha tocado el corazón y me gustó. Perdí la vergüenza y me encontré con ellos, prestos a mostrar sin pudor sus anhelos más íntimos y muy deseosos de estimular los míos; gente que ha posado su vista en mis alas invitándome a abrirlas y usarlas sin mesura ni recato.


Lamento mucho tener que decirlo, pero prefiero que se enteren ahora por mí y no lo sepan después de voz de alguien más: me reúno con gente peligrosa que se empeña en matar a la rutina, que no teme mostrar sus sentimientos, que tiene ideas propias y me alientan a defender la mías, que abrazan un sueño y me contagian de su entusiasmo.


Yo quisiera poder encajar en el molde, pero siento que es tarde para cambiar y lo que más quiero es, que con el tiempo, ser peligrosa yo también.

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