martes, 1 de noviembre de 2016

Todo, menos el olvido

Yo no creía en fantasmas, hasta que me pasó. Ya habían intentado convencerme contándome sus historias de casas embrujadas, de ruidos sin explicación, de objetos que caen, de puertas que se cierran de golpe, escuché de todo pero nunca lo creí.
Apenas pude darme cuenta, fue pasando muy despacio. De vez en cuando iba a visitar a mi hija, para ver estuviera bien y para saber de mis nietas, dos de ellas se fueron de casa al conseguir una buena oportunidad de trabajo. La más chica seguía estudiando. Mi hija siempre me contaba cómo les iba.
-¡Ay, mamá, si vieras lo bonita que es la casa de Martina! Acaba de dar el enganche, está muy contenta, me mandó muchas fotos, ojalá se me haga visitarla pronto...
-Algún día la visitarás, no te apures, hija
-De verdad espero poder visitarla. ¡Ay! Cómo extraño a Margarita y eso que apenas hablé con ella ayer, al parecer le van a dar un nuevo puesto, pero se irá más lejos
Así nuestras tardes pasaban en charlas en las que me ponía al corriente sobre mis nietas principalmente. Pero luego la visitas se hicieron incómodas, cuando la menor se juntó y tuvo un hijo. No dejo la escuela y se llevó al marido a casa de mi hija, la pobre estaba cansada día y noche de atender a su hija, al nieto y al marido. Las charlas poco a poco se volvieron silencios, cabeceos, breves siestas, pero estábamos bien.
Un domingo mi hija  se había levantado muy temprano y se disponía a salir.

-¿Vas a salir, mamá?
-Sí, ya en unos quince minutos me voy
-Ah... es que... Fernando y yo te queremos encargar al niño
-Qué pena, hija, voy a ver a tu abuela, no puedo
-¡Ay, mamá! Ir hoy o cualquier otro día ¿Qué diferencia hace? Igual, ella no va a regresar.

Y fue entonces que pasó: sentí un ardor en el alma, coraje, no lo sé. Aún no me explico cómo tiré el vaso que estaba sobre la mesa, podría asegurar que el vidrio explotó antes de caer. Ahí fue donde entendí que los muertos soportamos todo, menos el olvido.

Me lo habían dicho, un fantasma nace cuando a uno lo dejan de nombrar, entonces uno lucha por hacerse presente a como de lugar, incluso si en el afán uno debe tomar otro hogar y aceptar otro nombre, todo se vale, todo con tal de que nunca nos dejen de nombrar.

No hay comentarios: